La carrera de Montmelo: Una fiesta en la que dos españoles ganaban y daban una buena muestra de la
guerra que este año van a ofrecer en sus respectivas categorías, ha quedado,
como el sol cuando de repente llega la tormenta, oculta tras la nube de polvo, palabras,
denuncias, reclamaciones y apelaciones, que otros dos pilotos patrios y sus
respectivos equipos han generado.
No sé recordará ni la
contundencia en la victoria de Viñales, que ha sido el primer piloto en repetir
en la cima del podio de Moto 3 este año, ni como Iannone ofreció su versión
buena, o la regularidad relojera de Thomas Luthi en este inicio de curso o como
Lorenzo martilleaba la pista camino del triunfo, mientras las aspiraciones de
Pedrosa, se fundían ante la voracidad del mallorquín, que con una moto más
afinada, este año no esta dejando que sea Honda la que marque el ritmo siempre
en baile hacía el título.
Esta carrera será la
carrera del “lance”, entre dos de los talentos de la nueva hornada del motor de
nuestro país, dos pilotos que además transmiten una imagen muy similar a los
ojos del aficionado. Tanto Pol Espargaro, como Marc Márquez, son el “hijo
perfecto y el novio ideal”: Simpáticos, educados, amables, accesibles, siempre
tratando de sonreír por muy mal dadas que vengan las cosas, eso y por
descontado, dos muy buenos pilotos que aspiran a ganar, a ser el rey de una
misma jungla la de Moto 2, como en su día pugnaron por serlo en 125 cc.
Todas estas bondades
personales, sumadas a las profesionales, hacen que se hayan ganado el afecto y
el respeto de los aficionados, que les dan su ánimo y aliento en cada carrera,
aunque no sean sus preferidos, por qué son gente que se hace querer y además
son españoles, aunque creo que sobre la pista ser español no es una cuestión de
equipo.
Profesionalmente sólo he
estado en dos ocasiones en un GP,las dos veces que el Mundial ha visitado
Motorland Aragón y de esas dos veces,entre otras muchas cosas, hay algo que se
me ha quedado grabado.
En 2010, cuando todo se
encaminaba hacía un triplete, comenté con un periodista en el paddock: Que
bien, que bonito que luchan por un éxito del deporte español, a lo que me
respondieron: esto no es la selección, ganan ellos, y sí gana el deporte
español, pero encima de todo ganan sus equipos.
Y esa frase me ha venido
muchas veces a la cabeza mientras pensaba en el “lance” de este pasado fin de
semana. Sin entrar a valorar que fue primero o más determinante para lo que pasó
en Barcelona, creo que sí por algún motivo lo sucedido ha generado tanto
revuelo, es por el matiz nacional de los implicados.
A los aficionados, como imagino
que a los que siguen el día a día del Mundial, les “chirría” que un español dude de la intención de otro piloto de su
mismo país, que un equipo español presente una denuncia y una reclamación
contra otro equipo español, y más si como he recordado anteriormente le sumamos
a todo esto los ingredientes bondadosos de los dos principales actores de la
historia.
Se habría generado el
mismo revuelo si hubiera cambiado el nombre y la nacionalidad de uno de los dos
pilotos. Permítanme ponerlo en duda.
España, país visceral y
sin términos medios, ese donde tan pronto te quieren como te odian, vivió en
las horas posteriores al GP,una revolución de opiniones encontradas, de remembranzas de otros grandes que se
enfrentaron hasta que aprendieron a respetarse fuera y dentro de la pista y
hasta los más osados, empezaron a “construir trincheras para dividir “la masa
de aliento hacía dos de las sonrisas más carismáticas del paddock.
España, un país de
humanos, que tenemos que demostrar que hemos aprendido y no vamos a volver a
tropezar en la misma piedra. No hay trincheras, puesto que ambos, como sus
compañeros de profesión, se merecen apoyo y aliento y sobre todo respeto, por
su valentía a la hora de tratar de acompasar hierros y motores en busca de una
victoria que haga disfrutar a los que aman las motos.
Cierto es que buscando ese
triunfo, donde como en los Inmortales, al final sólo puede quedar uno, hay
mucho invertido en juego: (Horas,trabajo y sobre todo dinero) pero hay algo que
es intangible con todo eso: Para ganar, cada día, cada piloto, pone sobre la
moto algo más que horas y dinero: se pone en juego el mismo.
Y a la hora de enfrentarse
al semáforo en rojo, cuantas menos cuentas pendientes, mejor. Me cuesta creer
que nadie actué en contra de nadie, sólo se defienden los intereses de equipo,
por encima de banderas, si bien hay que pensar, sobre todo pensar,antes de
actuar; en que momento es conveniente, no seguir buscando tener la razón, no
seguir “añadiendo romericos al fuego”, motivos para buscar un roce y centrar
las energías en lo que esta por venir.
A veces esto último no
depende de los que pilotan la moto y si de los que la montan, a ellos en estos
casos les toca demostrar cual es su estrategia de carrera, saber demostrar que
en estos lances, también se comportan como lo que son: como campeones.
En su mano está, no dar más
gas a este fuego y dejar que sus pupilos abran gas en una batalla sobre la
pista, sólo sobre la pista,nada más y nada menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario